Soy un ser sin vida, vago por el mundo sin que nadie pueda verme. La gente pasa a mi lado sin notar mi presencia. Vivo en una eterna soledad que llega a angustiar de tal forma que se podría decir que me encuentro en una habitación perpetua sin oxigeno.
Soy un fantasma, mi vida esta en medio de dos mundos, el real y el eterno. Para mi el tiempo no tiene sentido, pueden pasar los años en un suspiro o recrearme durante siglos en la belleza de un segundo. Puede sonar a una rara paradoja, pero ser condenado a la muerte en vida tiene su ventaja, soy amo y señor del tiempo, camino por las finas hebras del tiempo desplazándome hacia atrás o hacia delante como me place. Gracias a ello he podido presenciar todo tipo de historias, algunas buenas y otras tan tristes que si mi oscuro pecho albergara un corazón, se partiría en mil pedazos. Pero no es momento de contarlas, si están interesados en ellas solo quiero darles un pequeño consejo, más que un consejo es un secreto que poca gente conoce, el ser humano es maravilloso, cada persona es un mundo y guarda infinidad de historias, sólo miren a su alrededor porque esas historias están sucediendo mientras caminan al trabajo, dan un paseo, sonríen….
Como ya les he dicho no quiero hablar de ellas, quiero hablar de esas “otras historias” que también están sucediendo en ese preciso instante en el que caminan al trabajo, dan un paseo, sonríen. Les hablo de las vidas de aquellas personas que como yo, han sido desterradas a vagar eternamente por la senda de la oscuridad. Mis compañeros de viaje, mis amigos.
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